lunes, 30 de marzo de 2009

Simular

Sinceridad en pliegues. El autómata del corazón. El escrito oráculo. “Decir” la verdad es una parte de la sinceridad. Tacto continúo para detectar el olfato. De mi mundo, al “mundo”. Una visión alterada que desembarca rencor en un escrito tan viejo como lucido. Si tuviera cuidado al escribir, tendría que quitarme la vida. De algo y de nada. Letras borradas en una mancha de sangre en mi pañuelo. Orientación de mi bilis hacia un cenicero de carne. Mi querido Andrés Caicedo (1951-1977), escribía sin respiro, decía que lo hacia “para no tener malos pensamientos”. Lo malo de mis pensamientos es la “lealtad” hacia el origen de lo inestable. Nació mi hijo virtual tiene cables y tubos en su cuerpo, es un payaso idealista. Creo que no me pudrí, me ilumine. Volver a una pista coagula mis sentidos de detective innecesario. Mis lágrimas se conjugan desde un interior herido y oscuro, en cual juegan a la escondida fantasmas y entes varios. No puedo estar mal en ella ni un segundo, se me desata el nudo y chorrea la sal de la verdad. “Necesito varios días destilados, para recuperar el habla”. Los recuerdos no son ofensas. No tienen por que ofender. Ellos tienen partículas en el presente. Recuerdo a la morocha canina cuando quiso acompañarme a comprar mis cigarrillos, dije: “No, mejor solo que mal acompañado” ¿Era necesario ese tipo de respuesta? Para mi fue una lección de vida que yo entregaba en la condensada noche. Se me cayó de la boca. Logre el odio, tratando de que alguien “se quiera a si mismo” Después me entere por ahí que decía “No, deja, ese Pablo es un asqueroso”. Responder mal para el bien es una manía que se perfecciono con los años.
Uno comete los errores que son nuevamente necesarios, mostrar sus espacios, contar sus cosas por que siente comprendido, reservar su privacidad, su intimidad para “el elegido”. No pidas perdón por lo que todavía no hiciste; si lo hiciste no lo sentí. Todavía no sentí nunca que me fallaste, que no estas conmigo. Sí siento todavía algunas burbujas en mis articulaciones, por bajar tan profundo en el océano de conceptos que parecen microorganismos vivientes. Para mi parte animal lo sexy es verte desnuda, despeinada, sudada, despatarrada. Sembrar minas de ropas por el pequeño cuarto. Quedamos despellejados, y el misterio sigue, ahí está el ingrediente secreto.
Cuando esto desborde realmente, manchara a los demás.

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