lunes, 30 de marzo de 2009

Enfermo de mí

Me cayo la noche extrañando. A partir de ahora voy a descansar. No estoy desganado, pero ya no espero nada. Descubro otra vez mi lado celoso y me condeno a no sufrir, escapo. Mi objetivo principal no es caerle bien a la gente, y menos aún a la que no me interesa. Creo que estoy maduro y me duele como un moretón en una fruta. Lealtad. Fidelidad. Sociable con crisis de misantropía. Etapa GPS para mi ubicación. Me acuesto y lloro lo prohibido, lo que no se puede mostrar, lo que se debe ocultar. Me canso. Continuo. Soy hombre de palabra, lobo de manada. Desarmo los sentidos. Maquillaje insulso que oculta la verdad de un rostro. Conexión mística con mi otro yo. Inconformista declarado hace rato, no quiero nada y quiero todo. Soy un excelente perdedor y un muy mal ganador. ¿Cuántas clases de resacas puedo padecer en un día? Numero privado en la pantalla del celular. Bruja. ¿La gente tiene demonios privados? ¿Qué pensaras de mí, cuando te llevo torpe, hacia mi cuarto? ¿Cuántas veces al día vomitarías tus deseos? ¿Te irías a vivir con “un amigo” que aúlla a la luna en las noches? ¿Estarán tus oídos preparados para esa melodía descarnada? Escribo desde los 13 años. Tengo 29 experiencias ¿Contra cuantas incertidumbres? La calesita de la duda y la de pensar de más te dan las alas que nos quitaron los terrenales. Siempre me puso feliz ver bien al otro, ver que el otro escribe, siente, desarma. Yo quedo rezagado desde mi buena voluntad. Siempre logro lo bueno ¿Seré malo al hacerlo? Tuya, ¿Mía? No, jamás. De nadie. Ya está, ya estoy, ya estuve. ¿Ya tienen lo que querían? ¿Ya probaron mis misterios? No me gusta entregarme. ¿Conoces el falso amor? Es aquel que reemplaza lugares, los reemplaza, no los llena. La próxima vez que escuche un “no te duermas” como una especie de Edipo me sacare los ojos y te los entregaré para que los lleves con vos a tu tranquilidad. Sufro de insomnio y soy noctámbulo por excelencia. Me codeo con lobos y vampiros. No dejes que cualquiera pose sus labios en los tuyos, al volver a los míos éstos notaran el cambio, aunque no se diga, y se desintegraran como en acido ajeno. Dejo mis manos es formol hasta un nuevo encuentro con tu cuerpo, eso es algo “leal”. Hoy me di cuenta que los demás están mas atentos que yo a mí mismo. ¡Que bajón! Pobres de ellos. Nunca hay que hablar de enserio frente a ellos. Fiesta de viernes: alcohol, malos entendidos, celos caninos, saben quien esta “sola” y atacan como buitres desnutridos, no compro ese troquel, no publicito ese show, prefiero escuchar Radiohead, y luego salir a subastar mi mundo en la noche a alguna compresión de un amigo u amiga. Ahora escucho Flema, el tema se llama “Me tengo que ir”, ¿Cómo puede ser que esta obra magistral de Ricky Espinosa sea tan simple? Filosofía en su estado más puro. Los auriculares lloran por mis ojos. “Hoy anduve en cualquiera, cachivacheando, bardeando por las dudas” ¿Pero vos me estas cargando, yo te amo…? Darse cuenta de que vivo al revés es un buen síntoma, empieza a coordinar las diferencias.

De Flema a Hendrix, cuanto aprendí con este hombre, cuantos vómitos compartí con él, cuantas chicas de rodillas abajo mío desglosaron su música. Suena “The Wind Cries Mary”, me acuerdo cuando fui a esa bendita práctica y me puse hablar de música con uno de mis supuestos alumnos, yo tenia Hendrix en el teléfono, el pibe sabia algo de música, le puse el tema ese, y antes de que llegue el punteo de la guitarra, como buen enfermo le puse pausa y le dije “Escucha bien eso, es lo más cercano a Dios que vas a estar” el pibe me miro asombrado. Creo que entendió todo a la perfección, después creo que le pedí una seda en un anfiteatro, él ya estaba “bautizado”. Anecdofilo diría la oriental. Sabores que quedan diría el licántropo. Compre varios regalos en la “Toldería de la Griega” cuando le hable en su idioma nativo, no para lucirme, sino para comunicarme con su origen, ella abrió sus ojos enormemente. Se sintió comprendida. De seguro se imagina que me separe, la castigue por otra. Uno de esos días que venia de la productora a casa veo una mujer que se acerca de más al paso a nivel del tren, yo estaba a 5 pasos detrás de ella (los conté) gira su rostro y me clava una mirada mas ausente que la de mi padrino cuando lo ví muerto en el cajón (y eso que sus ojos estaban cerrados) igual siempre me imagine esa mirada. Yo la mire y no pude decirle con mis ojos ni si ni no, solo pude mirarla, se tiro cuerpo a tierra, como un soldado entrenado para mitigar dolores, el tren le pasó por arriba. Yo quede mirando la cartera negra de cuero que quedo intacta apoyada al costado de la vía, me acerque y pude percibir algo que nunca olvidare, desde esa distancia esa cartera despedía un perfume inexplicable, un perfume mezclas de maquillajes de mañana apurados con espejitos arriba de transportes públicos, esa cartera era pura vida. Todo colapso y me fui a tomar el 161. Estaba enferma de ella. Y yo estoy enfermo de mí.

A partir de hoy voy a dejar que busques "el perdido encuentro"



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