viernes, 13 de marzo de 2009

Riña nocturna

Desde la primera reacción, desde el primer ataque, supe que era una pelea a muerte. Me encantan los animales. Más aún los perros. Me identifico con el lobo. Estábamos en la esquina, yo me iba a alguna fiesta aburrida a complementar sociales. El Rasta, es un perro diminuto, pero tiene como amigo y compañero de hogar a Aquiles (un Pitt Bull), se carajean todo el día, pero son amigos, hasta en invierno duermen juntos. De la vereda de enfrente esta El Negro, un perro malísimo, tipo pastor belga con ovejero alemán, algo así, aunque no soy estudiosos de las razas, abusivo de los de menor tamaño que el. Varias veces por descuidos dejo muy mal herido al Rasta, pero éste logro recuperase. El Negro sale, el Rasta cruza, el Negro lo ataca. Aquiles se pone en guardia, mirando como atacaron a su hermano y amigo Rasta. Diego le dice a Martín: “Lárgaselo a ese hijo de puta”.Martín me mira como buscando aprobación, sabe que detesto que los animales se lastimen. Lo mire indeciso y le dije: “No sé, hace lo más natural”. Martín soltó a Aquiles. Creo que lo mío fue un “sí” camuflado e invadido de ética. Lo que siguió fue terrible. Desde ya Aquiles se prendió estratégicamente de un sector del cuerpo del Negro (Aquiles lamentablemente tiene muchas peleas ganadas) y nunca mas abrió su mandíbula, esto era acompañados de movimientos perfectos para someter a la victima a su peor muerte. A todo esto el Rasta en un ataque de locura canina atacaba con pequeños saltitos y mordiscos tanto a su amigo como a su enemigo, mordía donde podía, uno de los chicos en unos de sus saltos logro alzarlo. “Hace que lo suelte” gritaba el dueño del Negro, y todos nosotros intentando inútilmente hacer que Aquiles suelte. A todo esto ya había como 30 vecinos en la calle mirando absortos. Al ver la imposibilidad y la decisión irreversible de Aquiles, no nos quedo otra que quedar rodeando la escena, solo mirando y escuchando los gritos desesperados del dueño del Negro, que ahora tenia la mirada perdida y un estratega prendido en parte de su cara, cuello, lomo, donde agarraba Aquiles ahí quedaba totalmente prendido. Probamos una vez mas, y en una milésima de segundo que Aquiles abrió la boca para acomodarla en otro sector central y vital, pudimos separarlo. El Negro quedo ahí rebotando en el piso, el dueño agarro el auto lo cargo y lo llevo a la veterinaria de Saavedra que atiende urgencias las 24hs. Había sangre por todos lados. Todos los halagos y mimos fueron para Aquiles que estaba como nuevo. No se más nada, no puede esperar la vuelta del dueño del Negro por que me tuve que ir, por un malentendido a esa estúpida fiesta. No creo que mañana vuelva a ver al Negro.

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