sábado, 21 de marzo de 2009

Apodos de amor

Llego cansado, filtrado. El día, la tarde, y la noche se me hicieron eternos. Y mira lo que logras, que llegue, me tire en la cama que ya conoces, y agarre la birome y el papel. Porque retumbas en mi cabeza, latís en mi cuerpo. Una vez más me voy a “dejar llevar” Las comparaciones serian desde ya inútiles, nuestra creación se está formando ¿Cuándo crezca, cómo la educaremos? Amarse es más que caminar de la mano. Caminar de la mano no significa nada. No tocarte, si seria un castigo. Tu estrategia violeta en ese lugar inhóspito, disperso mi sangre más rápido por todo el cuerpo. El primer juego con fuego, del cual por nuestros misterios, salimos ilesos. Me gusta verte bien, es lograr por reflejo que el bien también quede en mí. Te dormiría en mi sueño para maniatarte en distintos sectores de tu cuerpo. Este camino no deja pasar ni una. Atiende todo aunque no lo parezca. Esto es un entrenamiento, por que sé que lo que viene, será lo que tenga que ser. Creo que merezco previo aviso en caso de desapariciones, no hace falta el error para distanciar, la sinceridad a veces también lo hace. Aprendo de nosotros, y sigo en campaña. El tema es la frialdad que existe en un rechazo para no hacerse cargo de algo que los demás jamás podrán comprender. No me gusta la frialdad, ya antaño fui criogenizado, ahora en mi presente prefiero “el sueño”, lo tropical. A uno siempre le gusta hacer lo que quiere, y eso es lo que más comprendo, por eso tu libertad es bienvenida. Así como la mía debate sobre su consistencia en los actos.

Me desmayo y después me duermo.

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