lunes, 15 de diciembre de 2008

Pétalos

Son las seis y media de la mañana. Hay viento, éste trae hacia mí el lamento de algún anciano vecino. No sé si estoy alucinando y ese lamento es un eco mío. Pierdo el machete de un escrito noctario imprevisible, por lo tanto reelaboro uno nuevo. Perdí los sentidos y mi cabeza es un globo pesado. La boca se hunde en sabores vegetales secos. Me imploro a mi mismo no actuar la consecuencia, perforar la autopsiquis y formar imágenes. Pétalos deshojan el umbral de poses inquietas y llantos reales. No había tiempo, él era ignorado, no se hacia sentir, el campo magnético protector era mas fuerte. No voy a guardar el original del escrito, éste es volátil, volitivo, no se podrá someter a una insípida tabla de verdad. Una situación bufonesca le pone marco a un cuadro de monotonías cotidianas. Algo de instinto suprimido en un papel. No hay mucho para decir cuando ya descubriste que el lenguaje del planeta tierra es irreverentemente limitado para expresar tus mundos.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Imperfecto

Soñar a veces es un problema, te patenta recuerdos de una manera actual, fresca. El anochecer comienza y derrite con su silencio todo el cuerpo de la naturaleza. Mi alma y mi cabeza son ricas en sabiduría, pero mi cuerpo es pobre en comprensión, no se arriesga, y vos no podes desobedecer. Muerto de hambre y sangre contemplo las estrellas veladas por las nubes. No escribo nada y calco a mi cerebro. ¿Cuántas partes de mí quedarán en tus recuerdos? Me empareje como la lluvia, fui inconstante pero efectivo. Todos pueden oír la lluvia, pero pocos comprenderla. La birome no tira tinta, arranca cuando se le ocurre, se ve que incorporo mi pulso. Un pollo flotando en mi boca, un gallo aclarando la mañana de una garganta, y un epitafio gigante donde vacila la ante-noche. No hay performance en un discurso, no me gusta leerme, me gusta escribirme. Perdí al traductor de mis sentimientos, quede desinterpretado en una búsqueda donde la sensación me retuerce el intelecto. Virginia dijo “Mi capacidad de recibir golpes es lo que me hace escritora (…) en mi caso el golpe siempre va seguido del deseo de explicarlo”. Claro, una empresa de telefonía.
El pasado podría condenar un presente haciéndose capricho a futuro, todos actos, todos papeles llevados a cabo en una nariz simbólica. Auditoria de impacientes mostrando la hilacha. Me bendicen con sus insultos y la bronca de lo justo. Se aprende a no mentir ornamentando la verdad. Ahora voy corriendo al precipicio arrastrando la meseta. Si algún día comprendiera lo que el silencio me revela, estaría tan próximo a Dios que se me oxidarían los clavos de mi condena.