miércoles, 8 de abril de 2009

Sumergido en la situación

Ayer cuando salí a buscar precios con Tasmanico, se me ocurrió de la nada en el medio de la conversación la primer frase que después me sonó a revelación: “Hasta que se demuestra lo contrario, todos somos amigos” salio casi escupida. Me dejo pensando. Después mas tarde en el club, como mi amor al lado, otra vez de manera espontánea, surge la segunda “frase”, que luego quedaría retumbando en mis pensamientos con gusto a una nueva revelación: “El problema de tratar con gente que escribe, es que en cualquier momento, te mandan o se mandan cualquiera” Otra que salio flotando y quedo en el aire, pero después se empezó a enraizar en un eco en mi cabeza el cual ameritaba más que un análisis. Me estudio a mí mismo, me disecciono, me compagino. Un oráculo que se posa rezongón en mi boca, una estructura psicológica y un desliz inconsciente.

Si me equivoco en la necesidad de compartir, perdón por mi confianza. Que hermosa que es tu inconciencia, creo que sabe elegir, es jugada, traviesa, es “lo que siente”. Gracias por compartirla conmigo. Tu presencia hace que cree monumentos de suspiros. Voy a escribir poquito, por que tengo mucho para decir, aunque a veces se guarde, siguen siendo cosas hechas para “decir”. A la vuelta de tuerca se le gasto la rosca, y los besos prohibidos asoman desde lo necesario. Escuchar un “Soltame” de tu boca aunque sea en broma, me pone alerta y complejiza mis sentidos, mis sentimientos.

Me derramo por el suelo ante tu ausencia, me desintegro en tu perfume. Me rearmo en tus dichos-caricias, y repto en tus decisiones. Qué será de mí. Qué será de vos. Qué seremos. A veces miro el reloj y pienso cuanto tiempo mas nos quedara para estar juntos. Cierro lo ojos, los abro, y el reloj quedo detenido. No estoy soñando, eso me indica un camino, una trascendencia.

Revancha.

Omofagia.

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