lunes, 13 de abril de 2009

Cuarto menguante

Una bomba de tiempo.

En el desierto sordo de la noche, se escucho un eco sepulcral, de un amor difunto: “No sos lo que parecés, sos mucho menos” Especialista en las anatomías de mis malas contestaciones innecesarias, aquella vez poso el disparo de su flecha, certero, en mi corazón de tiro al blanco una vez mas.

Tu droga hizo esto. Será por que quizás de las manos originarias de las que vino no sean las tuyas. Solo hipótesis. Pero trajo recuerdos. Mística.

Agachado en un rincón inconcluso, no muestro la negación del padre. Me luzco como un niño con juguete nuevo. Tropel de inquisiciones para una hoguera con demasiado fuego. La energía que se “interpone” no es la buena; la buena es la se “impone”. Una solucion roja en un frasco negro, qué color se ve primero. Sueños intrépidos de blasfemias confianzas. El don de la adivinación. Olfato. No es para lucirse, esos sobrecitos lo despidieron a penas salieron de su reposo: perfume. Sangre. Pacto. Mensajes. Besos. Fetichista obligado poseo un orgasmo olfateando pequeños sobres de papel. Sana enfermedad. Nunca se escribe por obligación, aunque no se pueda escribir nada. El capricho sigue en pie, decantar a lo Darwin, los ojos y con mucho dolor la boca, y luego los oídos. Schopenhauer dijo: “Si el hombre estaría destinado a pensar, no tendría oídos” Alguien duda de mis conocimientos; yo también. Yo primero.

Un filósofo del medioevo dijo: “La memoria navega entre el olvido y el recuerdo” Una lagrima grande como un cocodrilo se poso en tu mejilla cuando te dije: “Cree lo que quieras creer” Tu sonrisa cínica seguía inmutable a cualquier ataque, ahí, en tu rostro. Ya que estamos, otro del medioevo dijo: “Sé lo que es el tiempo, pero no lo puedo explicar” Adentro mío ahora esta lloviendo, lo sé por los relámpagos en mis ojos celosos. Mimesis. Sucedáneos. La investigación también mi inspira. El problema, así como la solución, es que escribo. Dosis de encantamiento al roce, miradas idas. Metrónomo en la escritura. Leo un cuento de otro mundo; atleta del sentido: Yo como tus letras. Los puntos y aparte no permiten la mezcla, son abismos. Nunca se compara: solo se escribe. Desperdicio de un abecedario en nombres extraños, apodos-pinche que reconocen “al rondador”. Patrón de conducta, escapar. La cuerda en tu mano, un nudo placer. Mis manos, se llaman “manos” en tu cuerpo. Un romanticismo salvaje, semillas escupidas, potencia y acto. Despertado del sueño, siempre conservo la vigilia.

Ya no sé quien soy, al menos hoy.

No hay comentarios: