viernes, 22 de agosto de 2008

Agrio

Pase otra noche sin dormir; por eso no me quedo otra que escribir. Escuchaba el despertador del vecino en el silencio pre-laboral de la mañana. Ella en mi cabeza. El llanto seco. Voy a dejar escrito en sangre los suplicios de las distancias. En lo que más me esmero es en imaginar tu olor. Colores de esperanzas. No quiero a nadie si no te tengo. Me espío a mí mismo en un asesinato de suposiciones. Plagio al sueño. Podado el árbol, su fruto es mi pena. Me duermo sobre la hoja que plaga desvelos. El boceto estúpido, en consecuencia de la mañana, la tarde asesina otra vez se presenta.

Conocer a la chica más inmadura del mundo, educada por chismes de artista, una secuencia que encarna la realidad de una búsqueda perdida. Envidias que carcomen mi esfuerzo aun inconcluso, por lo tanto no envidiable. Maldad por pura gana, molestias generacionales que no se acomodan, rompen moldes y aúllan secretos incompresibles. Impaciencia de tiempo y rapidez de conclusiones, un camino labrado por la copia ante el desconocimiento. El escrito es continuado después de un descanso maldito. Un espantapájaros con peluca, me espera sobre la tarde que se duerme, horario castigo por tu responsabilidad inaudita. No podes nada y queres todo. Negra y sucia tu boca ladina. Dale vuelta a tu cuerda en reemplazo de la mía. Rebuscado de rebusques se que alguien me espera. Esta tan lejos que está cerca. Esta pelusa atraganta.

2 comentarios:

Yan Duimich. dijo...

siempre alguién nos espera cuando dejamos de esperar...

Que buena es su fluidez, sus letras enredadas entre lo filosofico-intelectual y la carna-sensitiva...

a sus pies...

Trimalciónida dijo...

que buen texto, che

me gustó especialmente lo del espantapajaro con peluca y la tarde que se queda dormida, me pareció perfecto para describir el despues de una noche de insomnio

saludos