lunes, 20 de diciembre de 2010

(...) en el fondo nunca pude ser malo. Conocía los numerosos elementos que había en mí, y que eran lo contrario de la maldad. Sentía que bullían en mí desde toda la vida, que trataban de salir a la superficie, pero yo les impedía hacerlo. Me atormentaban, me provocaban verguenza y convulsiones, y me tenían harto. ¡Ah, qué cansado estaba de ellos! ¿Les parece que estoy tratando de justificarme, de pedirles que me perdonen? No me cabe duda de que piensan eso ... Bueno, créanme, no me importa que piensen así (...) No conseguía ser malo, pero tampoco amistoso, ni infame, ni honrado, ni un héroe, ni un insecto. Y ahora vivo mi vida en un rincón, trato de consolarme con la estúpida, inútil excusa de que un hombre inteligente no puede convertirse en nada, de que sólo un tonto puede hacer consigo lo que quiera (...)

Fedor M. Dostoievski, "Memorias del subsuelo"

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