jueves, 26 de agosto de 2010

Lobo herido


La muerte tiene un olor, que quien está frío como el que muere no lo siente. El joven audaz y emprendedor considera una perdida de tiempo olfatear ese tipo de fragancias. Otros la quieren conocer bien, para ver sus telas arañas naftalínicas que conservan la motricidad con asueto de por “vida”. La araña con su paciencia característica ha  logrado vivir entre los muertos. Ha envuelto toda la madera y ha dejado un ornamento tétrico a los ojos del que no comprende. Ella seguramente ha podido entrar mas que cualquiera, y apuesto mi óvalo a que ha hecho lo mismo con los huesos de una ex carne. En una caja de cemento rebalsan los huesillos hacinados por un espacio inerte. Yo soy testigo de lo que no se quiere ver, aunque siempre deje de lado la vista gorda. Nada de lo que se diga será escuchado. Escucharas todo, sin saber que dicen. Al que le molesta la tristeza, ojo, que no disfrute tanto de su alegría. Ser inconsciente no depende de lo que hagas, sino de lo que pienses. No sé quien se compromete más con la realidad, si el que corre desde la ambición un lugar en la sociedad, o el que mirando cuando dicen “apoyalo acá no más”, con algo tan simple como eso, vuelve una vez más a reinterpretar el mundo y la función de uno en el. “Los muertos nada saben”, pero nosotros esta especie de vivos, sabemos muchos o creemos saber, y así conjeturamos los tiempos, que en realidad nunca fueron nuestros. Nos vemos en la proxima.

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