domingo, 28 de septiembre de 2008

Malos entendidos

Yo estaba sentado en una silla y ella sentada sobre mis piernas. La escuchaba atentamente: “Por que yo me enamore de vos Pa, entendés, yo ya te lo dije varias veces, aunque no me lo creas, yo me enamore de vos Pa, por que viste que vos te quedas así callado y no decís nada, no hablas nada, bueno ese silencio me gusta, por que me estás escuchando, entendés, por eso, por que me trasmitís tranquilidad, paz, hay! que sé yo, están difícil de explicar, pero me enamore de vos eso es” Se hizo una breve pausa en la noche ventosa y ella continuo: “Vos sabes que me conociste en una situación complicada, que fue un desastre, o sea yo al Polaco lo conozco, a mis compañeros de trabajo también … pero vos sos al que menos conozco y me enamore de vos, entendés!, o sea como te dije en la situación en que nos conocimos vos pensarías que yo nunca podría serte fiel, nunca confiarías en mi, y no es así, sería distinto”. Cuando escuche eso detecte algo, yo tenia la nariz atascada y mi cuerpo estático, mientras sentía como el peso de su cuerpo sobre mis piernas le jugaba una mala pasada a mi circulación y unas de ellas, la pierna derecha se me empezaba a dormir, mientras la otra ya tenia pesadillas, así con todo mi esfuerzo, atragantado, hablé, como si despidiera un gran eructo que destrabó mi garganta: “Mira, hay muy pocas cosas que me molestan. Pero si hay una que si mi molesta, es que piensen por mí. Vos dijiste “que yo pensaría” y vos no podes pensar por mí, nadie puede pensar por otro, ni nadie adivina que piensa el otro, vos te estas dejando llevar solo por un sentido común: por que las cosas fueron de tal manera, entonces seguro se piensa tal cosa. Y creo que no es así, simplemente eso, me molesta muchísimo que piensen por mi.” Se hizo un silencio frió, me miro y me dijo: “¡Ves por eso me enamore de vos!”.

Atragantado de vuelta, pero esta vez sin hablar, me dije por dentro: ¡Bienvenido Pablo a otra noche de laberintos!

domingo, 21 de septiembre de 2008

Peso Muerto

Hoy se produce un duelo. Peso muerto en mis brazos. La muerte no se escribe. Es solo una muerte más para pensar. La muerte se escenifica, se complementa, se contempla, se mantiene. La muerte me da sueño, si, eso me da sueño me cansa, me pone en vigilia continua. El pensarla es espeso. Me despierto cuando caigo en la cama; una pastilla azul que coordina un descanso. La agonía en un ojo plantea la huida. El más acá presente como nunca. La vida totalmente efímera. Me mareo de muerte y me embriaga la estela que deja. Me duermo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

El terrestre

Hoy tuve una visión. Una visión alterada por un recuerdo. Cuando habitamos los dos en un mismo espacio teníamos horarios distintos. No solo me tocaba la tarea de cocinar, también me tocaba una aun más compleja, la de esperarte. Leía un diario viejo mientras algún invento culinario hervía en la olla. El Lacho me miraba. El Lacho era nuestro perro. Leía el diario, escuchaba Daft Punk, escuchaba los borbotones de alguna salsa seguramente sabrosa, desde mi fe en la cocina. Miraba al Lacho y le decía: “¿Vamos a esperar a mamá, a la parada del colectivo?”. El Lacho se sentaba, abría sus ojos enormemente, ponía sus ojeras como dos radares y movía su cabeza de un lado a otro. Entendía perfectamente lo que le decía. Miraba el reloj y le decía: “¿Vamos? Ahí ya saltaba sobre mis piernas. Caminaba por las calles desiertas de plena cena, con distintos olores a comida, pero ninguno se igualaba al de mi salsa, que nos espera reposando en su paciencia. En la parada que aumentaba la soledad de los cordones de Villa Ortúzar, ahí esperaba que bajes del colectivo. El Lacho al principio inquieto luego se relajaba (“Y, es igual al Padre”; diría su Madre). Prendía uno para matar el tiempo, el Lacho sentado a mi lado también esperaba. Yo como Pavlov jugaba con su atención: “¡Ahí me parece que viene he, sí a ver, ahí viene mamá!” Se ponía tiesa y miraba fijamente hacia donde yo miraba, confiaba en mí, aunque sabia que mamá bajaba de un coso extraño a la tierra. Luego de un rato de juegos cómplices, llegabas vos. El Lacho te saltaba casi hasta tu boca para besarla, yo rezagado competía también por obtener un beso tuyo. El perfume que usabas te duraba todo el santo día, pero el más sabroso el que diseccionaba mi nariz, era el de tu piel, ese que se fundía en nuestro abrazo. Con el Lacho saltándonos alrededor. “¡Viste vino mamá!” le decía yo al Lacho, y se retorcía en gestos perrunos y saltaba muy alto. Así nos íbamos los tres a nuestro habitad, con las manos empuñadas en la cintura. Sin decir una sola palabra sobre la jornada laboral; cagándonos de risa. Mirando cómo le hacía feliz al Lacho, vernos feliz.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Desperfectos

“Llegamos y el mundo ilusorio se desvanece, en un grito, en un llanto blanco, luminoso. Un maquillaje de sensaciones invade tu piel. Te espero en la barra con un trago maldito. Huelo el sudor de tus axilas. Nos vamos en cama hasta la noche inaudita. Nos juntamos a remendar nuestros corazones perforados; yo te ayudo a vos y vos me ayudas a mí, así la mañana te llega más rápido”



martes, 2 de septiembre de 2008

Captación

Una negra teñida de rojo. Un color rojo sobre un color negro. El encanto esta en su producción nocturna. Un buzón de boca, su pose inexacta y el envión de dios. Las curvas más imperfectas aúllan el desasosiego. Una cena mundana en un sillón perfumado. El encierro en el baño, una arcada mentolada. La ropa en el piso y el deseo también. Confirmación de espectáculo mi rostro en blanco, un cuerpo torcido. Espasmo desconfiado. La cuerda a pila se ata en tus muñecas de porcelanas, el juego es rotundo y el avance des-centrado. Voy a ver por el ojo tu llanto maldito, me seco en soles aturdiendo caprichos. Circulando el peso espeso, comediante de primigenia. Amague de rima para desflexionar la trama ingenuina. Feliz un domingo me pinponeastes a preguntas. Te falto preguntarme el curso y el colegio. Una monja dirigiendo en transito reclama tu bocina. En la calma del encierro desintegro tu merienda con sabor a noche. Pasos afilados se escuchan anulados, a nuestro lado. Tu mirada delato la percepción de tu oído. La miré, la comprendí. Convivo con ellos… con ellas. Levitación de animo en un lucre de manoseos, un cielo creado en bolitas de navidad. Corta y cuadrada la acción del día. Una tijera pensante que decora el rompecabezas, una ubicación en el día para nuestro ser, que degüella la unión en un sorbo de noche verborrágicamente sadomasoquista. Surcos de caminos, el espacio en un tiempo.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Barrio Show's

Luz maldita que vas a iluminar la mentira de esto estúpidos vestidos con boinas. Sangre artificial que corre por las venas de un humo “no espeso”.

Kuky, andá, me quedo con David (Bercovich), el hijo de Sam, él me va hablar, me va a contar secretos. Veo tu rostro dando una orden desde un pedestal inexistente, ¿Tuviste que llegar a esto para poder seguir cojiendo? Pobre tipo. Encima das la orden, y nadie sabe quien sos. Solo vos sabes que sos un pobre tipo. Poniéndose en pose de Dios para juzgar con la boca torcida y una mano en la cintura la acción humana del egoísmo realista.

Dame respiros acido de la realidad, quiero ser el más solidario. Aunque me cueste mucho y nada, el todo y el viento. Me emociono viendo el paisaje de África en el National Geographic, dicen que me estoy poniendo viejo.

Y ahora salgo al sol y mis ojos cansados supuran la gira del desencanto. Una noche violenta que marca la nada a fuego, un espacio creado en donde reptamos en espinas. Maestro del psicoanálisis, convoco a los que me rodean a la catarsis. No entendiste Sintonía y ahora te escribo una calle, un barrio, una situación, una escena.

La Familia, Mis Hermanos, Mi Barrio. Mi mundo. Cuidate vos; nosotros nos cuidamos el uno al otro.