miércoles, 26 de febrero de 2014

Bostezo

Inquieta pesadumbre, que fugazmente embadurna mis sentidos. Bloque de paz que actúa de barrera. Descansos angostos para anchos dilemas. Onírico estadío.

Aclimatico

El ojo del huracán
nunca es ciego
él mira cosas
que vuelan ...
y yo vuelo ...
vuelo ...
vuelo ...
Y nunca aterrizo

Nuevo nuevamente

Parar el tiempo como cuando un ave deja de agitar sus alas y queda suspendida en el aire, como pintada en acuarelas movedizas que imitan el universo. Encontrarme nuevamente en un instante.

De paso

Sorteando emociones, encuentro el número perdido. No quiero volver a lo mundano del desapego, del desinterés. Corro otro riesgo solo, y juego a su favor. Quizás siga buscando lo eternamente perdido, pero la búsqueda siempre implica cierta aventura, inclusive en ella van infiltrados “los riesgos” a correr. Si en mis lagunas mentales está tu salvavidas, por algo apareció ahí, quizás lo use para reflotar, o quizás lo pinché para terminar de hundirme. Todo sirve para el sabe nadar. Parece difícil e inalcanzable que las sintonías no tengan interferencias, por desperfectos pasados, por cortocircuitos del presente. No sé parece que no puedo dejar mi sensibilidad de costado, cuando la dejo ahí, tirada, me mira como diciendo “no te sirve, reincorpórame”. Y ahora mientras la luna se chorrea en mi ventana, otra vez me toca pensar “el cómo” de toda esta cosa que vuelve desde la profundidades de mi Ser, a encarnizarse en los movimientos de mi Vida. Así, sigo: Me acostumbro a no acostumbrarme.