¿Para
qué sirvo? El error fue ponerme una utilidad. Un error anti-filosófico. Que se
busca entre tanta imagen, entre tanto pertenecer. Un error de ahorcado que
asfixia y palpita. El lenguaje se acaba y lo gasto a cuenta gotas, es inútil
completamente, por ser la caja vacía solo resuena, pero no armoniza no es
comprendido. El
discípulo de Heráclíto, Cratilo, concluyó por creer
que ni siquiera se debe hablar; y se limitaba a hacer señales con el dedo. Mi
señal es mi rostro que apacible condena mi tormentoso silencio desparramado de
pensamientos. Tarea ardua la de recuperar el hablar, está años luz antes de
recuperar la risa sincera. Pero nunca se perderán mis ojos, distorsionados por
el dolor, abatidos por el sufrimiento amoroso… pero siempre mirando el observar de las situaciones.
Siempre ahí resecos o húmedos poniéndolos delante de quien corresponda.
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2 comentarios:
Ay Pablito! Cómo hacer con él, para que sus lágrimas no sean suyas y sus palabras menos! A ver! Vemos!
MUY BUENOS TODOS
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