Ya no creo que nadie me lea y no siento afección alguna por eso. En realidad nunca la sentí. La tarea de bordear en letras un destino incierto siempre ha sido solitaria, cruel y placentera. No voy a contar mis sospechas hasta que se hagan realidad, y cuando eso suceda, de seguro vos llorarás mares negros, rojos, azules. Cuando las cosas me molestan tendría que reírme por que ya agote mis ojos en sucias miradas de duelo. Otra vez en la escuela del amor, enseño lo que me da la sangre y repito una gloria despechada. Hay cosas que siguen sin gustarme y eso no modifica mi aceptación. De todo lo que aprende suscita un comienzo implacable, ojala en ese fango luche, sensual, con todas sus mujeres. Si todo lo que me rodea se pudiera disolver en una mirada mis ojos tendrían luto por espaciar sus pupilas de salto en salto. Y ahora montado en su cadera una mas vez deliro mi ensueño, me rearmo en su piel inquieta. Vamos a remontar una vida en la búsqueda de nuestros lenguajes. Vamos a crear lo que no pretendemos. Un futuro en nuestros mundos, colonizando las tierras de nuestros placeres. Allá vamos; y nos esperamos.
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