(…) Pero acercarse a la naturaleza de los dioses es lo que nunca estaría permitido a los que no filosofaron toda su vida y cuyas almas no han salido del cuerpo con toda pureza; esto sólo se reserva para el verdadero filósofo (…) Los verdaderos filósofos renuncian a todos los deseos del cuerpo, se dominan y no se entregan a sus pasiones; y no temen la pobreza ni la ruina de su casa, como el pueblo que se afana por las riquezas, ni la ignominia ni el oprobio, como los que aman los honores y las dignidades (…)
Platón, Fedón.
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