Son las seis y media de la mañana. Hay viento, éste trae hacia mí el lamento de algúnanciano vecino. No sé si estoy alucinando y ese lamento es un eco mío. Pierdo el machete de un escrito noctario imprevisible, por lo tanto reelaboro uno nuevo. Perdí los sentidos y mi cabeza es un globo pesado. La boca se hunde en sabores vegetales secos. Me imploro a mi mismo no actuar la consecuencia, perforar la autopsiquis y formar imágenes. Pétalos deshojan el umbral de poses inquietas y llantos reales. No había tiempo, él era ignorado, no se hacia sentir, el campo magnético protector era mas fuerte. No voy a guardar el original del escrito, éste es volátil, volitivo, no se podrá someter a una insípida tabla de verdad. Una situación bufonesca le pone marco a un cuadro de monotonías cotidianas. Algo de instinto suprimido en un papel. No hay mucho para decir cuando ya descubriste que el lenguaje del planeta tierra es irreverentementelimitado para expresar tus mundos.
Soñar a veces es un problema, te patenta recuerdos de una manera actual, fresca. El anochecer comienza y derrite con su silencio todo el cuerpo de la naturaleza. Mi alma y mi cabeza son ricas en sabiduría, pero mi cuerpo es pobre en comprensión, no se arriesga, y vos no podes desobedecer. Muerto de hambre y sangre contemplo las estrellas veladas por las nubes. No escribo nada y calco a mi cerebro. ¿Cuántas partes de mí quedarán en tus recuerdos? Me empareje como la lluvia, fui inconstante pero efectivo. Todos pueden oír la lluvia, pero pocos comprenderla. La birome no tira tinta, arranca cuando se le ocurre, se ve que incorporo mi pulso. Un pollo flotando en mi boca, un gallo aclarando la mañana de una garganta, y un epitafio gigante donde vacila la ante-noche. No hay performance en un discurso, no me gusta leerme, me gusta escribirme. Perdí al traductor de mis sentimientos, quede desinterpretado en una búsqueda donde la sensación me retuerce el intelecto. Virginia dijo “Mi capacidad de recibir golpes es lo que me hace escritora (…) en mi caso el golpe siempre va seguido del deseo de explicarlo”. Claro, una empresa de telefonía. El pasado podría condenar un presente haciéndose capricho a futuro, todos actos, todos papeles llevados a cabo en una nariz simbólica. Auditoria de impacientes mostrando la hilacha. Me bendicen con sus insultos y la bronca de lo justo. Se aprende a no mentir ornamentando la verdad. Ahora voy corriendo al precipicio arrastrando la meseta. Si algún día comprendiera lo que el silencio me revela, estaría tan próximo a Dios que se me oxidarían los clavos de mi condena.
Muchos intentan escribir el sexo, se hacen pornógrafos de sus propias aventuras. Pero nadie podría contar la travesía de mi cuerpo con el tuyo. Muchos destruyen la sutileza con burdas declaraciones sobre un momento subliminal. Nadie podría insinuar tus labios entre abiertos en la tarde tormentosa. Tus manos en el marco de la ventana, dándome la espalda, mirando el jardín que se humedece por un clima caprichoso, que levanta esa suave ventisca que entra en mi olfato mezclado con tu sudor. Un beso ginecológico que detecta la erística de tu sexo. Un mimo que imita caricias. En el garage de tu casa, tus calzas negras son de humor negro. La parte que elegimos del amor nos dio el envión hacia la plaga de estremecimientos. Asesinos de nuestros cuerpos resucitábamos en el rebote de una mañana. Para darle un tiempo al corazón ocupabas tu boca experta en helados amargos, yo era una cosquilla andando, un transeúnte de tus estados. Bajamos del micro con 17 cronologías encima, y la madre dice “Están pálidos y más flacos” Señora no fui a tomar sol a la costa, no pudimos ni siquiera prepara la viandita para pasar todo un día de playa, la intención siempre la tuvimos; íbamos cuando todos volvían. Es que nos dedicamos solo a conocer y experimentar con nuestros cuerpos a chuparnos hasta la cáscara. “No nos tocaron día de playa, igual la pasamos bien”. 31 días en el sur, te llevaron de prepo, para alejarte del hacedor de malos caminos. Cuando volviste lo tuvimos que hacer 31 veces en el mismo día, para compensar el tiempo perdido. Recuerdo que el gel íntimo existió siempre, se hizo popular para los jóvenes cuando vino como una cucharita, de regalo en un Serenito. La pila promiscua dio negativo. Matar tu vientre con amor, por temor, es un camino de piedra, que luego se hace arquitecto de tu supuesta madurez. La otra dice que algo que esta dentro suyo es mío; ¿y lo que ella dejo dentro de nosotros? ¿Cómo lo extinguimos? Mi ficción y tu realidad. Un paraguas más para la lluvia acida.
Se levanto un viento de la puta madre. Santuc, Flayelot, El Mudo, y Yo debatimos la noche en tres partes: la inocencia en el fracaso, el temor en la lucha, y la locura del domingo a la mañana. Los cuatro somos sanos curtidos universitarios. “Los mosaicos llegan para las fiestas, y Don Farmacia no atiende a esta hora…”, dice Santuc, la última luciérnaga se apaga en la boca del Mudo y ahí estallamos en una risa que nos hace desacomodar las tripas. Todo va como suponemos que queremos, a todos las cuestiones nos queman por igual. Una pseudo perfección para una noche de conceptos rápidos. Sentados en el largo de la base de un persiana china revoloteamos las ideas. Quede nulo mirando como Flayelot nos volvía a mezclar una historia verdadera con datos falsos, es un maestro de esa técnica, siempre le creemos, hasta que uno se da cuenta de que es cualquiera lo que dice y lo coronamos con fabulas de risotadas. Historia de la noche reiterativa; escribiendo la realidad adecuada a mi mundo. Sin estilismo. Descajonando otros estilos ocultos. Villa del Sur Levite pomelo. Camel de 10. Caramelos Billiken yogurt. Todos estamos en un juego de limbos lenguajes, todos picaros nucleamos las uniones de un hilo des-conductor. La tentación descolora la noche. No voy a escribir la noche y el sonido del viento, por que eso está en nuestros espíritus. Así como la luna en nuestras pupilas. Sabes que cuando quiero escribo el barrio no me cuesta nada, en el forme mi segunda filosofía, que tiene mas de primeriza que de segunda, pero los tiempos no son los mismo en una que en la otra. Son sorteos de aprendizaje espontáneo. Seminarios de actitudes y sensaciones. Aullidos de la noche, en donde se comunica un solo sentido. El nuestro.
Son las nueve y veintiocho de la noche, todo el barrio huele a comidas. Yo vengo caminando, como diría Juanse en Descerebrado, “desesperado sin saber quien soy” Busco el pasaporte, miro para arriba y digo “Hoy no estoy plastificado, estoy lunificado” Lunificado por siete días, que placer más natural. Un cuerpo caliente, mal curtido, siempre es impaciente, esta nervioso de flujo, ansioso de no-autosatisfacción. Yo voy perdiendo el rastro de tu hilo de baba, empezaría en mi ombligo y podría quedar estancando en una simple rotula. Dale tiempo a tu mariposa, recordé que se acostumbro al capullo y ahí me di cuenta de todo lo que te falta por andar en una soledad que te molesta. Una indirecta imprecisa para este circulo inconcluso. No me gustan las minas pesadas, no te chupan el tiempo, lo que mejor hacen es chupar otra cosa. Egoísmo de creatividad, si no te gusta, relájate. Espejo cavernícola que alimenta tu fantasía chusma, lo peor que puede existir es una fantasía chusma, intrometida ¿y por qué? ¿Y por qué? ¿Y por qué? ¿Y por qué? Por que trabajo la estepa como un lobo Alfa. Estudio, trabajo, tengo familia, amigos y amigas, te ofendes de la utilidad de mis tiempos. Aléjate. Se patriarca de tu nuevos tiempos. Los míos están agotados. Todo es posible en la estructura de la imposibilidad, la imaginación y el capricho dan una gran mano. No hay entre líneas, todo es interpretación, meras coincidencias, esa así, como diría Jack Palance presentando Ripley’s “Aunque usted no lo crea”. Elevándome, Enterrándome.
La mujer de mi vida sería la que no sabe que quiere realmente de mí. Ahora acostumbro a la costumbre y soluciono formulas de Una y de Otra, despejo la nube de orgasmos y te doy un shock realitico compuesto. Un diario íntimo es indecente, una vela en mi cuarto también. No sé que sentido nuevo edificar en letras si tu ansiedad destrona conceptos. Pensar o hablar, gran dilema. Ayer cuando daba vueltas para sacar mi numero de turno de ese aparato que parece un secador de pelos puesto al revés, pude ver que en la sala de espera dejaba once años de lujurioso trabajo intelectual, mental y físico, te esculpí a mano… pero tu paciencia, hay mujer blanca, tu paciencia era realmente una obra de arte, de la cual mi contemplación todavía deja resacas de su adicción a ella. Las cosas que se pierden de enserio no se recuperan; se aprenden.
Arqueólogo de tu ser, excavo en busca del tesoro más preciado.
Mato una cucaracha y miles de puntitos rojos hacen su trabajo con el resto de cuerpo. Busque el significado de tu gesto que había quedado embalsamado en la sala de estar, estaba igual, inviolable al menor acto de sometimiento ajeno. No me gusta la gente inquieta, nerviosa, no me gusta la gente como yo. Te lo digo por que las dudas pueden llegar a construir un edificio en tu cabeza de la mano de mi arquitecto. Saltando de cama en cama el frió se hizo más intenso, y en un estado de hipotermia regulada, confié mis designios en tiernos falsos abrazos. Empantanada de mis vueltas, que son pequeños tornados, se disuelve una realidad que tenes que recorrer más sólida que nunca. El consejo espejo, es el mejor para el vampiro. Morocha salvaje (Amazónica, diría mi otro yo) camina sostenida por bultos estéticos que alimentan mi indulgencia. Nunca entendí el pantalón tiro bajo, nunca entendí a la moda. La cultura rock se posa en mi mano y me hace cerrar el puño para demostrar su importancia. Tengo un hijo fantasma al que no reconozco, por que nació de los Misterios de Eleusis, en un cuarto de cuatro por cuatro, con la nariz blanca y el corazón en verde. Ojala su rostro no se parezca al mío.
Ahora divagando entre el cenicero y las OCB, preparo otro pensamiento para re-escribirlo. Trato se sostener mi cabeza teniendo el cuello cortado, pero la instancias uniformes crean cristales en copas que yo, ya no bebo.
Tanto extrañar me da nauseas. Busco a alguien a quien mirar mientras duerme, busco a quien cuidar mientras sueña. Me quedo inmóvil esperando los movimientos vigílicos de tu cuerpo, de tus extremidades; no están. Busco un rostro esculpido por la paciencia, no está. Escribo para no retorcerme, me condeno aún más. Rodeado del vacío busco llenarme, encontrarte. La noche ha sido mi aliada, renegar para no dormir para mí es amar. Se escucha por ahí: “Estas elaborando el duelo”, ese rumor se corre a picadas, insisto para mí es un autódromo de sutilezas. Busco a alguien que sude conmigo en la mañana. ¿Por qué me distes tanto? Por orgullo. ¿Puede ser romántico y emotivo un rostro pintado a gotones de semen? La respuesta me la da tu ojo izquierdo inyectado en sangre después del atentado, esa mirada me paraliza el alma, es ambigua; el ojo izquierdo muestra la furia repentina de la perdida del sentido de tiempo y del espacio, lo frenético de la pasión, del sentimiento, del romanticismo, el ojo derecho blanco, radiante, expresa en fulgor pícaro la audacia de nuestros destinos, la serenidad de nuestra desnudez de almas, el amor que me tenias. Hay conejillos de india con consentimiento. Un sótano, un desodorante “impulse”, un simple carnívoro, eran todos instrumentos del hartazgo, cómplices de historias al limite. Busco reencontrarme con tus aromas, no están. El de la llegada era mi favorito, era olor a nada, o sea solo tuyo. Ya venias candente, creo que ese era el olor. ¿Cuánto tarda uno en amar el olor de la boca del otro en el beso matinal?, ése que se da apenas uno abre los ojos. Ese era mi oxigeno para encarar mi día, ese beso corrosivo me trasladaba a tu mundo, ese beso me despertaba así como me adormecía. Hoy no está. Aunque te envicie, adquirir satisfacción sola no es moral, es solo un juego macabro que articula el recordar. En la habitación vacía, alterado, tomo lista sin vacilar, otra vez con voz dulcemente demoníaca tu ausencia grita: ¡Presente!
Niebla, tinieblas, telas de arañas, una película en blanco y negro. Te cuento de qué trata lo que escribo. Me meto en tu sangre como un virus asesino. Me interpreto en las noches, un vuelco inesperado, un final maldito. Corto y simple es el viaje a la oscuridad, desplegando artimañas se confecciona la realidad. En el nombre del espíritu que nada tiene de santo. Coronas de jazmines pare este pecador nato. Final abierto: la droga más adictiva. Doble personalidad, solo conoces bien a una, la otra es un noúmeno. Dirección del desorden como un transito congestionado. Empalado en un destino indiscreto se forma “el social”, un cuento de Hadas, derretido en un micro-ondas. Salvavidas emocional, la torpeza cumplida y la desdicha a tus órdenes. En tus pies clavos. En tu pensamiento estigmas. Un accidente, un remolino de sangre, y mi cuerpo en alma. Juicio indecente para un noble capricho. Una chica-perra en cuatro patas, y un gemido humanoide, mini piscina de semen en el hueco de su ombligo; por ahí corto el principio de su vida, ahora ahí también descansa “acabado” un origen. Similitud con el África. Desayuno, merienda, almuerzo y cena, las palabras más insignificantes del mundo. Me indigestan, por eso las uso. No te caigas, aguanta el equilibrio. Todavía no dijimos nada, es solo la previa.
Flagelante me declaro ante tus ojos inauditos. La diferencia entre el ra y el na. No tenés que tomar alcohol. El primero te duerme, el segundo te deja mogolico. Tu montada matutina y el desafío al tiempo. En un rincón perfecto declaro una perduración de lo ilusorio, un recuerdo demoníaco situando un sito. Un puterío de emociones emergentes del desvelo. Cambien la hora; y todos los robots esperan las doce como si fuera año nuevo para jugar al espacio y poner el reloj a la una creyendo controlar un tiempo. Y yo en penitencia, con mi reloj de crostas sensibles que marca la huida indefina, una hora interna, kantianamente categórica Una curva peligrosa; el guard-ride es color negro, invita al choque frontal, de lleno. Navegación de mi erotismo es especias picantes. Una bañadera que se llena de emociones, de rechazos, de sollozos. Un descubridor de tesoros, al cual le cae la maldición tal Howard Carter con Tutankamón. Jauría, cardúmen, colectivos imaginarios, “cuerverios” acechan a mis pensamientos. El uno como uno, sin egoísmo. La personalidad nunca es egoísta. Una confesión por un pensamiento, una penitencia por un entendimiento. Salto al vació de lleno, por eso me buscan, un encuentro en penumbras develara nuestros rostros. Retomo del pasado escrito la linterna mágica, y proyecto el castigo salpicado de perdones. Borrador borrado, correcciones inútiles, espacios des-ocupados. Relleno rompecabezas, simultaneo, enrarecido. Tu perfume me bautizócomo condescendiente de tus plegarias. Clave morse en mensajes visuales, re-escribo el capricho. Diapositiva del encuentro, una sensibilidad extremista. Lo secular en disección interrogativa. Un cuarto de madera, un oído perfecto. La estética de lo indecible toma su primer plano, acontece en construcciones perfectas, milimetradas. Una vuelta más; y retomas la salida.
El capricho de no terminar lo que se empieza. Empezar lo terminado, por una naturaleza eléctrica. Entendieron mal la película, de 1700 a un millón de riesgos dulces. Veo lo que miré, cuestiones mundanas que sortean un cuarto. Crear un espacio es crear un tiempo. Amagar distancias, genera el juego. No sé que pensaron, pero lo pensaron mal. En una apariencia ahogaron sus penas. Una entre línea que sangra oscuridad, mensaje sánscrito que configura en deseos. Un chusmerío imaginario que alimenta fantasías. El mundo va en estructuras simbólicas, y el sentido da sustancia a un momento, infamias de cotillón, para el interpretador de sueños. Tu gemido me da la señal de que despertás, que volvés a hacerme compañía después de haberme arrojado solo e itinerante, temblequeando al mundo de la noche donde me siento un espía. Interpreto ese sonido el día rezonga en vos. Ahora cambio, me pongo feroz, y les digo, entendieron mal, muy mal: escribir no te hace especial, para nada. No vas a poner tu tinte de pedante extraño y aislado escritor, no existe, no hay modelación, solo lo más autentico: lamentas que sos vos, pero jugando a las escondidas siempre elijo contar yo, me gusta buscar, encontrar. En tu momento especial, acompañada de la nada, por que yo soy lo mismo que la nada, estando a tu lado sin poder cumplir mi rol, el cual yo elegiría, construiría. Todo se vuelca en un círculo vicioso. Si te gusta bien; y sino también. Mensajes de textos que transforman mi teléfono celular en una Biblia de los deseos prohibidos, de las mentiras-verdades que no se dicen. El silencio no se elige, nace con el solitario, lo moldea, lo educa, lo respeta. El es su padre.
Otra vez rearmando la realidad en letras, acá va una a, una o, una, e, una y, una r, una x; y así en iniciales inertes creas una declaración escrita que ornamenta papeles, celos, perfumes, sexo.
Cuando alguien pide, es por que supuestamente necesita. Buscar no es lo mismo que pedir, es totalmente lo contrario. Por eso busco una explicación, para no seguir jamás.
El 30 de octubre del 2007, se fundó el “Club de los Noctámbulos” (http://noctarios.blogspot.com). La idea del mismo se generó pensando en toda esa gente que crea mediante la escritura. Parte de esa creación muchas veces se desarrolla en la noche donde uno siente una especie de comodidad incomoda que te mantiene despierto navegando en la noche. Hoy el club tiene vida propia gracias a los socios. Podríamos decir que el Club tiene su propia noche. Y para festejar su tiempo de vida organizamos un lectura con los socios del club el miércoles 15 de Octubre a las 23hs
(en "Elebar", Nicaragua 5001, Uriarte y Nicaragua, Palermo)
Hipertensa la noche, hipertenso tu brazo. Una luz hace equilibrio entro dos filamentos que le sirven de sostén. Nuestros cuerpos oscuros navegando en la negrura. Una de las tantas promesas incumplidas, y el desenlace fantástico, sublime, trascendente. Amor de muestra en un tubo de ensayo, un destino como investigador y un hombre que lo forja. Un desierto de espejismo descomprimiendo imágenes. Una oníria fúnebre que arma tu trama. Un perdón consecuente de castigo perfecto. Le das un corte al miedo para crear un monumento a la cobardía. Te gusta el viaje y en el voy yo y el sueño. Enjambre de cantos; de pájaros de mañana que corroen la psiquis. Conocer el engranaje a la perfección es una cosa, y la toma de una decisión es otra. Me tomaste enserio cuando construí las ruinas, ahí me nombraste arquitecto, luego me coronaste como creador de consuelos. Te hago olvidar lo que más recordas: La mañana y la tarde me dan lo mismo, ahora la noche se me da a mí mismo.
Yo estaba sentado en una silla y ella sentada sobre mis piernas. La escuchaba atentamente: “Por que yo me enamore de vos Pa, entendés, yo ya te lo dije varias veces, aunque no me lo creas, yo me enamore de vos Pa, por que viste que vos te quedas así callado y no decís nada, no hablas nada, bueno ese silencio me gusta, por que me estás escuchando, entendés, por eso, por que me trasmitís tranquilidad, paz, hay! que sé yo, están difícil de explicar, pero me enamore de vos eso es” Se hizo una breve pausa en la noche ventosa y ella continuo: “Vos sabes que me conociste en una situación complicada, que fue un desastre, o sea yo al Polaco lo conozco, a mis compañeros de trabajo también … pero vos sos al que menos conozco y me enamore de vos, entendés!, o sea como te dije en la situación en que nos conocimos vos pensarías que yo nunca podría serte fiel, nunca confiarías en mi, y no es así, sería distinto”. Cuando escuche eso detecte algo, yo tenia la nariz atascada y mi cuerpo estático, mientras sentía como el peso de su cuerpo sobre mis piernas le jugaba una mala pasada a mi circulación y unas de ellas, la pierna derecha se me empezaba a dormir, mientras la otra ya tenia pesadillas, así con todo mi esfuerzo, atragantado, hablé, como si despidiera un gran eructo que destrabó mi garganta: “Mira, hay muy pocas cosas que me molestan. Pero si hay una que si mi molesta, es que piensen por mí. Vos dijiste “que yo pensaría” y vos no podes pensar por mí, nadie puede pensar por otro, ni nadie adivina que piensa el otro, vos te estas dejando llevar solo por un sentido común: por que las cosas fueron de tal manera, entonces seguro se piensa tal cosa. Y creo que no es así, simplemente eso, me molesta muchísimo que piensen por mi.” Se hizo un silencio frió, me miro y me dijo: “¡Ves por eso me enamore de vos!”.
Atragantado de vuelta, pero esta vez sin hablar, me dije por dentro: ¡Bienvenido Pablo a otra noche de laberintos!
Hoy se produce un duelo. Peso muerto en mis brazos. La muerte no se escribe. Es solo una muerte más para pensar. La muerte se escenifica, se complementa, se contempla, se mantiene. La muerte me da sueño, si, eso me da sueño me cansa, me pone en vigilia continua. El pensarla es espeso. Me despierto cuando caigo en la cama; una pastilla azul que coordina un descanso. La agonía en un ojo plantea la huida. El más acá presente como nunca. La vida totalmente efímera. Me mareo de muerte y me embriaga la estela que deja. Me duermo.
Hoy tuve una visión. Una visión alterada por un recuerdo. Cuando habitamos los dos en un mismo espacio teníamos horarios distintos. No solo me tocaba la tarea de cocinar, también me tocaba una aun más compleja, la de esperarte. Leía un diario viejo mientras algún invento culinario hervía en la olla. El Lacho me miraba. El Lacho era nuestro perro. Leía el diario, escuchaba Daft Punk, escuchaba los borbotones de alguna salsa seguramente sabrosa, desde mi fe en la cocina. Miraba al Lacho y le decía: “¿Vamos a esperar a mamá, a la parada del colectivo?”. El Lacho se sentaba, abría sus ojos enormemente, ponía sus ojeras como dos radares y movía su cabeza de un lado a otro. Entendía perfectamente lo que le decía. Miraba el reloj y le decía: “¿Vamos? Ahí ya saltaba sobre mis piernas. Caminaba por las calles desiertas de plena cena, con distintos olores a comida, pero ninguno se igualaba al de mi salsa, que nos espera reposando en su paciencia. En la parada que aumentaba la soledad de los cordones de Villa Ortúzar, ahí esperaba que bajes del colectivo. El Lacho al principio inquieto luego se relajaba (“Y, es igual al Padre”; diría su Madre). Prendía uno para matar el tiempo, el Lacho sentado a mi lado también esperaba. Yo como Pavlov jugaba con su atención: “¡Ahí me parece que viene he, sí a ver, ahí viene mamá!” Se ponía tiesa y miraba fijamente hacia donde yo miraba, confiaba en mí, aunque sabia que mamá bajaba de un coso extraño a la tierra. Luego de un rato de juegos cómplices, llegabas vos. El Lacho te saltaba casi hasta tu boca para besarla, yo rezagado competía también por obtener un beso tuyo. El perfume que usabas te duraba todo el santo día, pero el más sabroso el que diseccionaba mi nariz, era el de tu piel, ese que se fundía en nuestro abrazo. Con el Lacho saltándonos alrededor. “¡Viste vino mamá!” le decía yo al Lacho, y se retorcía en gestos perrunos y saltaba muy alto. Así nos íbamos los tres a nuestro habitad, con las manos empuñadas en la cintura. Sin decir una sola palabra sobre la jornada laboral; cagándonos de risa. Mirando cómo le hacía feliz al Lacho, vernos feliz.
“Llegamos y el mundo ilusorio se desvanece, en un grito, en un llanto blanco, luminoso. Un maquillaje de sensaciones invade tu piel. Te espero en la barra con un trago maldito. Huelo el sudor de tus axilas. Nos vamos en cama hasta la noche inaudita. Nos juntamos a remendar nuestros corazones perforados; yo te ayudo a vos y vos me ayudas a mí, así la mañana te llega más rápido”
Una negra teñida de rojo. Un color rojo sobre un color negro. El encanto esta en su producción nocturna. Un buzón de boca, su pose inexacta y el envión de dios. Las curvas más imperfectas aúllan el desasosiego. Una cena mundana en un sillón perfumado. El encierro en el baño, una arcada mentolada. La ropa en el piso y el deseo también. Confirmación de espectáculo mi rostro en blanco, un cuerpo torcido. Espasmo desconfiado. La cuerda a pila se ata en tus muñecas de porcelanas, el juego es rotundo y el avance des-centrado. Voy a ver por el ojo tu llanto maldito, me seco en soles aturdiendo caprichos. Circulando el peso espeso, comediante de primigenia. Amague de rima para desflexionar la trama ingenuina. Feliz un domingo me pinponeastes a preguntas. Te falto preguntarme el curso y el colegio. Una monja dirigiendo en transito reclama tu bocina. En la calma del encierro desintegro tu merienda con sabor a noche. Pasos afilados se escuchan anulados, a nuestro lado. Tu mirada delato la percepción de tu oído. La miré, la comprendí. Convivo con ellos… con ellas. Levitación de animo en un lucre de manoseos, un cielo creado en bolitas de navidad. Corta y cuadrada la acción del día. Una tijera pensante que decora el rompecabezas, una ubicación en el día para nuestro ser, que degüella la unión en un sorbo de noche verborrágicamente sadomasoquista. Surcos de caminos, el espacio en un tiempo.
Luz maldita que vas a iluminar la mentira de esto estúpidos vestidos con boinas. Sangre artificial que corre por las venas de un humo “no espeso”.
Kuky, andá, me quedo con David (Bercovich), el hijo de Sam, él me va hablar, me va a contar secretos. Veo tu rostro dando una orden desde un pedestal inexistente, ¿Tuviste que llegar a esto para poder seguir cojiendo? Pobre tipo. Encima das la orden, y nadie sabe quien sos. Solo vos sabes que sos un pobre tipo. Poniéndose en pose de Dios para juzgar con la boca torcida y una mano en la cintura la acción humana del egoísmo realista.
Dame respiros acido de la realidad, quiero ser el más solidario. Aunque me cueste mucho y nada, el todo y el viento. Me emociono viendo el paisaje de África en el National Geographic, dicen que me estoy poniendo viejo.
Y ahora salgo al sol y mis ojos cansados supuran la gira del desencanto. Una noche violenta que marca la nada a fuego, un espacio creado en donde reptamos en espinas. Maestro del psicoanálisis, convoco a los que me rodean a la catarsis. No entendiste Sintonía y ahora te escribo una calle, un barrio, una situación, una escena.
La Familia, Mis Hermanos, Mi Barrio. Mi mundo. Cuidate vos; nosotros nos cuidamos el uno al otro.
Matarte en otoño, el sueño del pibe. El espíritu errante no deja de molestarme. Se mueven las cosas, no lo entiendo y lo explico, ante la mirada absorta que se posa en el rostro de la gente tratando de armar lo descrito. Una flota de olores se retuercen en un clima helado que acecha mi nariz digiriendo humo por la boca. Me converso en la noches con los ruidos malditos, despliegan alas de resuene maldito. Un cortador de aires y vientos mueve al inquilino invisible. Allan Kardec en mi bolso, y su filosofía francesa. En el campo de mi cuarto me siento como un fenómeno mediúmnico que escribe entre sensaciones heladas y alborotos dimensionales. Y nadie me cree, parece como en las películas, nadie me cree. La copa juega sola, se mueve diagonalmente, verticalmente, horizontalmente, esta todo dicho no se necesita el abecedario para hacer la pregunta. En el juego sin quererlo está el que padece la verdad de las otras cosas, de las que no se ven, de las que eligen a su descubridor, y por eso mismo lo hostigan, lo martirizan, lo controlan. Una ayuda a mí mismo, Chico Xavier, un antídoto latinoamericano: No había caso, nunca lo hubo, continuaba todo. Psicofonía positiva en el Mp3, el audio del temblor y la costumbre al horror marca surcos en mi rostro, que se bifurcan hacia mis ojeras: agujeros negros de la capa de ozono. Todo es increíble, para el que no elige nada. Una charla con Cristina Candela en un living con velas, sin micrófono más que el de la grabadora enana que salta de mesita en mesita. Apoya brazos cómodos, parece algo serio. Ella hasta ahora es la única que comprendió lo que podía pasar a partir de ahora en mis escritos. Aunque el acecho viene hace años, los resultados empiezan a develarse a ahora. La espuma niebla condena mi ventana. Termino, así condeno mis ojos a la oscuridad de sus movimientos.
Pase otra noche sin dormir; por eso no me quedo otra que escribir. Escuchaba el despertador del vecino en el silencio pre-laboral de la mañana. Ella en mi cabeza. El llanto seco. Voy a dejar escrito en sangre los suplicios de las distancias. En lo que más me esmero es en imaginar tu olor. Colores de esperanzas. No quiero a nadie si no te tengo. Me espío a mí mismo en un asesinato de suposiciones. Plagio al sueño. Podado el árbol, su fruto es mi pena. Me duermo sobre la hoja que plaga desvelos. El boceto estúpido, en consecuencia de la mañana, la tarde asesina otra vez se presenta.
Conocer a la chica más inmadura del mundo, educada por chismes de artista, una secuencia que encarna la realidad de una búsqueda perdida. Envidias que carcomen mi esfuerzo aun inconcluso, por lo tanto no envidiable. Maldad por pura gana, molestias generacionales que no se acomodan, rompen moldes y aúllan secretos incompresibles. Impaciencia de tiempo y rapidez de conclusiones, un camino labrado por la copia ante el desconocimiento. El escrito es continuado después de un descanso maldito. Un espantapájaros con peluca, me espera sobre la tarde que se duerme, horario castigo por tu responsabilidad inaudita. No podes nada y queres todo. Negra y sucia tu boca ladina. Dale vuelta a tu cuerda en reemplazo de la mía. Rebuscado de rebusques se que alguien me espera. Esta tan lejos que está cerca. Esta pelusa atraganta.
“El paco es ahora lo que fue el pico hace 9 años atrás”, dijo el Pety mientras conversábamos con los chicos en la esquina. Él, su mujer y su hijo tiene HIV, también perdió una hija por la misma causa. El Pety es un amigo. Yo tomo cerveza del pico con él, ante el horror ignorante de la mirada de mi familia. Lo escucho atento y veo como patea su vida entre sabiduría e infecciones. También fumo una pitada de su cigarrillo, ante la mirada de asco reprimida de algunos de los que nos acompañan, esos que piensan la muerte en un cepillo de dientes.
Recuerdo cuando las personas “mitos” del barrio decían: “voy hacer una sopita” y no compraban ni caldo ni verduras, si no cocaína y con una aguja quemada, marcaban su ruta de venas que condenaban un vació, una inexistencia de libertad. El arquitecto cuenta como tuvo que decir que “no” a una chica por que su vagina olía según él a orín con flujo, “una mezcla fatal” agrego otro experto por allá atrás. Y otro mas meticuloso dijo, “eso no está en su vagina en sí, es un rejunte que queda en la bombacha” El Pety escucha y larga una carcajada. La noche es borrosa como nuestros rostros des-velados. Las conclusiones son comienzos, el lenguaje se recrea y los cuerpos se desplazan en un espacio de experiencias. Una filosofía más que existencial se despliega en un discurso que se viste de repulsión para al desnudarse mostrar su sinceridad extremista que deja resina por donde pasa. Y todo avanza en un curso más que lento, casi estático, de desafío en desafío, de luna en luna. “El filosofo no vino para dar soluciones esa no es su tarea” Y el Pety dice: “Claro el chabón vino o está para pensar, no para arreglar, de ultima seria el gobierno el culpable”. La sonda de una armonía ronda la noche que avanza en rieles de nostalgias y reflexiones calidas. El Quieto dice: “Yo antes era vegetariano”, silencio… agrega “deje de serlo un día que abrí la heladera y solo había para comer mortadela” No es un chiste pero todos nos reímos. Desculpando el meridiano el reloj avanza, creo que todos hablamos de todos solo para que el tiempo pase, el tiempo de un clima… en el silencio de las miradas está todo, esperamos ese clima calido y la noche eterna.
Toque de queda. Sirena y remolino mocoso. Nunca se dice nada cuando ya se ha dicho todo. La palabra insignificante de por sí, se toma el atrevimiento de dominar misterios. Recurrencia de un tema, en un abordaje inútil. Lógica de flujos, algebras de carnes cremas. Térmicas innatas reaccionarias a la situación. Hasta con hielo en los ojos. Comprando en cuotas al día tropiezo con tus entrañas, frescas, vitales, proyectistas. Confieso el sueño de una puntada maldita, que cose mi cabeza. Dame una sonrisa-risa que no sea sardónica, dame una risa-sonrisa que denote el destello-estrello del color único que toma la noche en los rincones de la calle. La introducción afilando los cuchillos, el nudo en la garganta y el desenlace en tus senos. Paciencia inmune al susurro que manualmente controla tu aisber.
Eva la chica que viste a rayas, una o dos rayas, todo según “las suertes”. Un test de embarazo que emula de manera casi sacra el nombre de la primera mujer (Evatest). La gracia que hace la privacidad causa carcajadas. Iba con b larga. El chiste carcomido sigue estando. Del edén anterior al demoníaco sudor, se mezclan uno es el mismo. El orden de mi desorden: caracol medalla de oro en los 1.000.000.000 metros llanos. Espero verte otra vez, aunque sea una vez, te comprenderé.
Todo comenzó cuando recibí ese regalo. Bajo un nombre falso. Por la tanto anónimo.
Nunca recibí ningún regalo en mi domicilio, salvo alguna promoción funesta de algún producto considerado “útil”. Esto fue distinto. Un correo para mí. Un embalaje extraño. Un nombre falso. Este envoltorio contenía una flor negra. Buscar un significado a este regalo fue extraño para mi, se presento como un tarea, que comenzó con un sonrisa y termino en una desagracia. Abrí el paquete y leí su tarjeta, decía: “Tu negra: Flor”. Del otro lado la dedicación: “No hay mal que por bien no venga”. Claro sí, sonaba gracioso. No, era ambiguo, lo supe desde el principio.
Descifrar este obsequio, su mensaje, interpretar su simbolismo directo e indirecto, empezó consumir mis complejos días. Me turbaba mirar su forma física, me desconstruia comprender su esencia. La idea surgió como retórica falsa de pensamientos, una erística digna de alabar. No dormir para descifrar el acertijo. Tarea ardua y comprometida. ¿Qué decirle a este obsequio? Ya que la mayoría de las veces las palabras no sirven. ¿Qué comunicarle, desde un planeta extraño? Mis ojos se resecaron, me ponía un gel pupilar compuesto para mantenerlos en plasmas de embrión.
Quedé momificado, entumecido, desorbitando al ojo. Secos mis labios en el desierto de mi boca. Electrónicamente intermitente, contemplando la hermosa flor negra.
Voy a escribir. Voy a crear la confusión, el desequilibrio, el desorden. El sentimiento falso y el supuestamente verdadero. Voy a comer escapes y triturar salidas. Voy armar una secta de la soledad y la creación, un aspecto cardinal que conjugue estas dos pasiones. Disertaré sobre la purificación de desconsuelos, y tomaré un trago de vació. Sospecho la ironía inmadura, de una cordura falsa, una imagen a copia que reproduce ejemplos. El despliegue de la luna y un juego enfermizo de almas tristes. Una mascara de terror y el des-creí-miento. Sí descreí; mentí. Formula básica en su primigenia. Juegos. Los verdaderos ojos miran hacia dentro, descomunan variaciones, implican la “drasticidad”. Inexistiendo en la palabra se marca una sensación en la idea. Por no, eso, entonces, lo otro. El camino sinuoso del control, el hacer creer un color, un olor, un tiempo. El sello de la enfermedad en el comienzo de una esperanza, la costumbre al castigo y la ilusión de futuro.
Escarbado por el dolor que ha vuelto a mí con la noche, el espíritu torturado en vano intenta comprender la expiación de un efecto que soporta su causa en un desliz de conceptos. Pronto mi cuerpo vacío no tiene nada más que los pegajosos sudores de la angustia. Las palabras en desarme sobre la hoja mutan, se transforman en instrumentos de mi martirio, refinamientos de mis suplicios, se convierten en garfios o garras, látigos, hachas, sierras, escalpelos o martillos. Cuando comienzo a pensarte las sábanas de mi cama se convierten súbitamente en mármol, y sus pliegues trituran mis huesos. Me es imposible moverme; creo que en ese momento sólo mis ojos conservan todavía la tibieza de la vida. Mi garganta anudada por la angustia, aunque luche con fuerza, no puede escapar para pedir una especie de socorro. Una llama fulgurante sigue ahí, en mis pupilas. Un caos de sensaciones indefinibles anega a mi conciencia. Mi ser, roto, fragmentado, yace esparcido por mis pensamientos. En el centro iluminado están mi corazón y mi alma, el primero despide sonidos huecos de corazón milagrosamente preservado; mi alma parece querer escapar de este ataúd de mármol, siempre rápida, siempre inquieta.
Como cada mañana, a mi regreso del infierno nocturno, mi primer consuelo es la amarga soledad de mi cuarto.
La tarde me sume en una especie de sopor. Cuando el día se acaba, la angustia empieza a tomar posesión de los rincones oscuros y me somete a opresiones preliminares. Temblando, acecho con ansiedad a mis pensamientos, que anuncian que otra vez me toca pensarte, como alma, como corazón, como cuerpo, como humano, como persona, como ser. Tu imagen en el pensar, como un regalo celestial maldito, te cubre una aureola con ese resplandor que, en el momento de su aparición, debió de adornar a la primera mujer.
Ya está todo fin desprende su aroma de principio.
En un plagio al dolor escucho voces que me hablan como a un niño a quien fuese preciso explicarle todo, cuando en realidad soy un hombre que aprende de la vida; pero al pensarte me siento al punto de perderla, por eso quiero oír como me recuerdan lo que ya sé, exactamente como si no lo hubiese sabido nunca.
"Al estilo Deleuze pienso que la filosofía es creadora; no reflexiva, contemplativa o comunicativa. La filosofía está siempre en movimiento; creando conceptos nuevos"
Gilles Deleuze
Hakim Bey
James Douglas Morrison
"Si no fueran que hacen procesión y cantan el himno a las partes pudendas en honor de Dionisos, resultaría los actos más vergonzosos. Mas por mucho que deliren y celebren, Hades y Dionisos son un mismo dios."