Fin de un día de golpes bajos.
Junio violeta, junio rojo, junio morado, junio gris. El día más común del universo. El día más imperfecto. Un día humano, demasiado humano. Un sol tímido que no se animo a salir, y una lluvia que sello un final, al ritmo de mi angustia. Los “conocidos” se acuerdan más que los “amigos”, es la ley. Los supuestos buenos son muy malos, y son malos estratégicamente, y ser malo de esa manera es lo peor que hay. Quieren identificarme, y yo, creo que tiene un problema.
Se me pierde la inspiración en un sueño tullido. El bautismo de tu sangre sobre mi piel. Ultimo buen recuerdo del día. He sido una vez más el alumno que queda boquiabierto ante otra devastadora lección de la vida.
Ya no tengo ni un poquito de ganas de estar solo, me mal acostumbre de golpe, instantáneamente, es realmente increíble, pero real. Ese es el poder de tu energía, de tu compañía respetuosa, desinteresada, amorosa. Pero Junio sangró, y en la fecha clave, sangro por todos lados, salpico, y negó la vida. Así que ahora lo escribo, con el “sentido” mas sincero posible.
Esto es más complejo de lo que pensaba. Lo nuestro es lo mas real dentro de una vorágine de apariencias. Es complejísimo, pero sirve, me demuestra la capacidad de fuerza en mí mismo, y pensar que creí haberlas gastado todas pateando una puerta con un patrullero al lado, sin esperarme la desaparición de una “imagen”, acompañada por una escupida en el rostro. Un “nunca más” verídico, de puro Lobo.
Mi amiga me llamo tres veces, yo desde mi taciturna natalicia apague el teléfono, ese que se puede llevar a todos lados; igual ella me busco hasta que me encontró. Se peleo mal con su novio por venir a verme, a saludarme. Desde ya su acción queda en el historial. Después de un afectuoso abrazo dispara: “Mira como tenés los ojitos perro, que te pasa, no estás bien loco, que paso” Yo, una piedra de hielo con la capacidad de no derretirse. Nadie se merecía mi “negación”, pero la tuvieron. No hubo reconocimiento. ¿Que podía hacer? ¿Aplicar la sinceridad de “inmolación” y decirle: “Si todo bien, agradezco todo, pero yo lo único que quería era estar con la persona que amo” poniendo a flor de piel mi romanticismo egoísta y perverso? Se que hay gente que todavía surfea en la amistad leal conmigo. Por lo tanto, siguieron hablando más mis ojos que mi boca. Si el estado que quedo en mi fuera tan fácil de remontar como un barrilete con viento a favor no me preocuparía, pero es un ancla, que se planta en la sobria profundidad, esperando ser elevada por algún sentimiento intrépido mío, a la espera de una nueva navegación. Te mandaría pedacitos de carne mía por encomienda, en un caja, con un moño al estilo Spinoza. Si no me queda otra, queda algo que no es “otra”. Que día de soledad extremista, imposible no recordar a Federico y su máxima: “Soy la soledad hecha hombre”. Cuantas muertes en junio, cuanto olor a muerto. Es que la escena condena al ambiente. Dejarme pensar lo que quiera, no es la clave, es el principio de un “no fin”. Tengo dos pesos en la billetera para todo el mes, y un frío constante en todo el cuerpo. Creo que me fumaré mis dedos. Pero no todo es un “bajón” también puede ser un “subidón”, una toma de conciencia plena, absoluta. Me acuerdo del tema “El Jodido”: “Pero mientras más la quieren cuidar, más joden a la gente”. Todo encaja en el desencaje.
Que terrible que me toque describir a mi este día, que irónico que yo sea participe de el. Que fantástico que el otro no sepa como se siente. ¿Y entonces que carajo hacemos? Nos amamos.
La mudez de mis palabras, imitan el silencio de los besos. El día ya termino, y con el la plaga de ausencias. Solo quedan lágrimas de sangre.
