miércoles, 27 de agosto de 2008

Sintonía

Matarte en otoño, el sueño del pibe. El espíritu errante no deja de molestarme. Se mueven las cosas, no lo entiendo y lo explico, ante la mirada absorta que se posa en el rostro de la gente tratando de armar lo descrito. Una flota de olores se retuercen en un clima helado que acecha mi nariz digiriendo humo por la boca. Me converso en la noches con los ruidos malditos, despliegan alas de resuene maldito. Un cortador de aires y vientos mueve al inquilino invisible. Allan Kardec en mi bolso, y su filosofía francesa. En el campo de mi cuarto me siento como un fenómeno mediúmnico que escribe entre sensaciones heladas y alborotos dimensionales. Y nadie me cree, parece como en las películas, nadie me cree. La copa juega sola, se mueve diagonalmente, verticalmente, horizontalmente, esta todo dicho no se necesita el abecedario para hacer la pregunta. En el juego sin quererlo está el que padece la verdad de las otras cosas, de las que no se ven, de las que eligen a su descubridor, y por eso mismo lo hostigan, lo martirizan, lo controlan. Una ayuda a mí mismo, Chico Xavier, un antídoto latinoamericano: No había caso, nunca lo hubo, continuaba todo. Psicofonía positiva en el Mp3, el audio del temblor y la costumbre al horror marca surcos en mi rostro, que se bifurcan hacia mis ojeras: agujeros negros de la capa de ozono. Todo es increíble, para el que no elige nada. Una charla con Cristina Candela en un living con velas, sin micrófono más que el de la grabadora enana que salta de mesita en mesita. Apoya brazos cómodos, parece algo serio. Ella hasta ahora es la única que comprendió lo que podía pasar a partir de ahora en mis escritos. Aunque el acecho viene hace años, los resultados empiezan a develarse a ahora. La espuma niebla condena mi ventana. Termino, así condeno mis ojos a la oscuridad de sus movimientos.

viernes, 22 de agosto de 2008

Agrio

Pase otra noche sin dormir; por eso no me quedo otra que escribir. Escuchaba el despertador del vecino en el silencio pre-laboral de la mañana. Ella en mi cabeza. El llanto seco. Voy a dejar escrito en sangre los suplicios de las distancias. En lo que más me esmero es en imaginar tu olor. Colores de esperanzas. No quiero a nadie si no te tengo. Me espío a mí mismo en un asesinato de suposiciones. Plagio al sueño. Podado el árbol, su fruto es mi pena. Me duermo sobre la hoja que plaga desvelos. El boceto estúpido, en consecuencia de la mañana, la tarde asesina otra vez se presenta.

Conocer a la chica más inmadura del mundo, educada por chismes de artista, una secuencia que encarna la realidad de una búsqueda perdida. Envidias que carcomen mi esfuerzo aun inconcluso, por lo tanto no envidiable. Maldad por pura gana, molestias generacionales que no se acomodan, rompen moldes y aúllan secretos incompresibles. Impaciencia de tiempo y rapidez de conclusiones, un camino labrado por la copia ante el desconocimiento. El escrito es continuado después de un descanso maldito. Un espantapájaros con peluca, me espera sobre la tarde que se duerme, horario castigo por tu responsabilidad inaudita. No podes nada y queres todo. Negra y sucia tu boca ladina. Dale vuelta a tu cuerda en reemplazo de la mía. Rebuscado de rebusques se que alguien me espera. Esta tan lejos que está cerca. Esta pelusa atraganta.

martes, 19 de agosto de 2008

Calida inconclusión

El paco es ahora lo que fue el pico hace 9 años atrás”, dijo el Pety mientras conversábamos con los chicos en la esquina. Él, su mujer y su hijo tiene HIV, también perdió una hija por la misma causa. El Pety es un amigo. Yo tomo cerveza del pico con él, ante el horror ignorante de la mirada de mi familia. Lo escucho atento y veo como patea su vida entre sabiduría e infecciones. También fumo una pitada de su cigarrillo, ante la mirada de asco reprimida de algunos de los que nos acompañan, esos que piensan la muerte en un cepillo de dientes.

Recuerdo cuando las personas “mitos” del barrio decían: “voy hacer una sopita” y no compraban ni caldo ni verduras, si no cocaína y con una aguja quemada, marcaban su ruta de venas que condenaban un vació, una inexistencia de libertad. El arquitecto cuenta como tuvo que decir que “no” a una chica por que su vagina olía según él a orín con flujo, “una mezcla fatal” agrego otro experto por allá atrás. Y otro mas meticuloso dijo, “eso no está en su vagina en sí, es un rejunte que queda en la bombacha” El Pety escucha y larga una carcajada. La noche es borrosa como nuestros rostros des-velados. Las conclusiones son comienzos, el lenguaje se recrea y los cuerpos se desplazan en un espacio de experiencias. Una filosofía más que existencial se despliega en un discurso que se viste de repulsión para al desnudarse mostrar su sinceridad extremista que deja resina por donde pasa. Y todo avanza en un curso más que lento, casi estático, de desafío en desafío, de luna en luna. “El filosofo no vino para dar soluciones esa no es su tarea” Y el Pety dice: “Claro el chabón vino o está para pensar, no para arreglar, de ultima seria el gobierno el culpable”. La sonda de una armonía ronda la noche que avanza en rieles de nostalgias y reflexiones calidas. El Quieto dice: “Yo antes era vegetariano”, silencio… agrega “deje de serlo un día que abrí la heladera y solo había para comer mortadela” No es un chiste pero todos nos reímos. Desculpando el meridiano el reloj avanza, creo que todos hablamos de todos solo para que el tiempo pase, el tiempo de un clima… en el silencio de las miradas está todo, esperamos ese clima calido y la noche eterna.

jueves, 7 de agosto de 2008

Filtrado

Toque de queda. Sirena y remolino mocoso. Nunca se dice nada cuando ya se ha dicho todo. La palabra insignificante de por sí, se toma el atrevimiento de dominar misterios. Recurrencia de un tema, en un abordaje inútil. Lógica de flujos, algebras de carnes cremas. Térmicas innatas reaccionarias a la situación. Hasta con hielo en los ojos. Comprando en cuotas al día tropiezo con tus entrañas, frescas, vitales, proyectistas. Confieso el sueño de una puntada maldita, que cose mi cabeza. Dame una sonrisa-risa que no sea sardónica, dame una risa-sonrisa que denote el destello-estrello del color único que toma la noche en los rincones de la calle. La introducción afilando los cuchillos, el nudo en la garganta y el desenlace en tus senos. Paciencia inmune al susurro que manualmente controla tu aisber.

Eva la chica que viste a rayas, una o dos rayas, todo según “las suertes”. Un test de embarazo que emula de manera casi sacra el nombre de la primera mujer (Evatest). La gracia que hace la privacidad causa carcajadas. Iba con b larga. El chiste carcomido sigue estando. Del edén anterior al demoníaco sudor, se mezclan uno es el mismo. El orden de mi desorden: caracol medalla de oro en los 1.000.000.000 metros llanos. Espero verte otra vez, aunque sea una vez, te comprenderé.